EL VALOR DE LO INVISIBLE

Publicado el 24 de agosto de 2025, 13:11

Hoy quería hacer esta reflexión, aunque realmente haya reflexionado ya sobre este tema muchas veces pero interiormente, llegando a la conclusión de que las cosas que realmente nos importan son las que menos valen, o mejor dicho las que menos cuestan, la familia, tu pareja, un abrazo, tus hijos, una charla, el amor, una sonrisa, un te quiero y muchas más por supuesto.

Es cierto que cada cual vive su vida a su manera y da el valor en su orden de prioridades a lo que le apetece, quiere o puede, pero no por ello puedo dejar de sorprenderme porque hay cosas que no entiendo y como el ansia de querer cuanto más mejor, pero de lo material, coches, viviendas, joyas, terrenos… Espera que te cuento.

Llevo media vida reconstruyendo y reformando viviendas, entrando en viviendas, en hogares, en ese lugar sagrado que llegado el momento deja de serlo porque deja de ser tuyo para pasar a ser de otros.

Cuando entro en ellas, en esas casas vacías ya, me encuentro recuerdos, a veces en cajas grandes a veces en cajas pequeñas de zapatos, recuerdos de toda una vida que alguien no pudo llevarse consigo porque solo se llevó lo que pudo vivir. Desde fotos de navidad, hasta cuadernos de colegio, estampas de comunión, cartas de amor y recuerdos de algún viaje entre otras cosas acompañados de un olor peculiar a viejo, a tiempo pasado, a olvido…

Si, te parecerá raro, pero intento de tratar con cuidado esos recuerdos mientras pienso que pasarán con los míos cuando yo ya no esté, espero que quien los encuentre los trate con cariño…

Me hago mil preguntas, ¿Cómo llegaron o como llegó hasta aquí?, ¿Cómo sería aquella navidad o aquel viaje?, ¿Cuánto de felices serían?, seguramente se arrepintieran de algo en el día de su adiós.

¿Por qué ansiamos tanto lo material si sabemos cuál es el final?, porque no dedicamos más tiempo a la familia a vivir mejor o a comer mejor, a ser mas empático a ayudar a los demás, a crear un mundo mejor en vez de guardar y guardar algo que no te vas a llevar y a veces por la soberbia de decir ¡¡¡yo tengo ¡¡¡ o ¡¡¡ la casa es mía ¡¡¡….

Como dijo aquel (se atribuye a varios autores), hay gente tan pobre que solo tiene dinero…

Hay quienes no ven más allá y hay quienes no aprenden ni aprenderán aun así cuando la vida les da la lección en clases particulares en su propia cara…

En fin, seguiré destapando recuerdos y reflexionando sobre lo mismo, pero valorando mucho más lo auténtico, lo real, aquello que no se compra, porque pienso que, al final lo que queda no son las cosas que poseímos, sino los momentos que vivimos. El verdadero patrimonio esta en los abrazos dados, en las palabras compartidas, en el cariño que dejamos sembrado en los demás. Todo lo demás, con el tiempo, se pierde convertido en casa de otros y a veces tan solo dentro de una caja pequeña de zapatos…

Doy gracias por haber entendido a tiempo, que la vida en si no cabe en cajas, ni en llaves, ni en escrituras. La vida se guarda en la memoria de quienes nos recuerdan, en los gestos que dejamos sembrados y ese, tal vez, sea el único tesoro que nunca pasa a ser de otros.

 

 

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