El bullying es un problema psicosocial y no debe entenderse desde la conducta individual, no solo la víctima y los agresores son protagonistas, protagonista somos todos, influenciamos con nuestro comportamiento, con nuestros comentarios y con nuestros ejemplos, los valores sociales, los modelos de éxito, la violencia normalizada en redes o medios influyen directamente en las actitudes de los jóvenes o dicho de otra manera, no, no “es cosa de niños”.
El odio se ve en comentarios cotidianos, en partidos de fútbol, en guerras, en partidos políticos, en su forma de hacer la política, se ve en los corrillos de madres y padres, en cualquier reunión, en la calle, en redes sociales, el odio se ve por desgracia en mas sitio de los que creemos o pensamos y los niños o jóvenes son influenciados por todo eso.
Opinión personal, no me gusta que se descargue toda la responsabilidad sobre quienes van a enseñar, su trabajo es ese, enseñar, es muy probable que no tengan la formación necesaria para observar cierto tipo de comportamientos, que se les escape de las manos, no me gusta que se emitan juicios de un problema tan grave y menos sin un mínimo de conocimientos, no me gusta que padres respondan emocionalmente en redes sociales y terminen haciendo de todo esto un chiste y terminen con risas como he visto estos días, no me gusta que esos padres hablen con autoridad en la calle o redes sociales y sin embargo desconocen que hacen sus hijos cuando salen de casa.
Esta problemática es complicada y pinta muy mal, se necesitan acciones urgentes para en la medida de lo posible aminorar el efecto de tanto odio y de tan poca sensibilidad, no me gusta tampoco que esas acciones tengan que venir impuestas por quienes se pelean en el congreso haciendo chistes, metiéndose entre ellos, demostrándose cierto odio y sin arrimar de verdad el hombro, mirando solo por sus intereses partidistas.
El bullying no se soluciona con campañas vacías ni con culpables improvisados, se soluciona con conciencia colectiva, con educación emocional real, con padres presentes, con escuelas acompañadas y con políticos coherentes.
Porque mientras sigamos mirando hacia otro lado, mientras justifiquemos la burla o el desprecio como algo normal, seguiremos creando generaciones que confunden el respeto con debilidad y la violencia con carácter.
No podemos cambiar todo de golpe, pero sí podemos empezar por lo que está a nuestro alcance, por cómo hablamos, por cómo miramos, dentro y fuera de casa.
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Comentarios
Enhorabuena! Muy buena publicación. Un abrazó.
Gracias Madalina, un abrazo.